El pasado 20 de noviembre nos fuimos a Rascafría ─más que fría, húmeda─ ya que todo el día estuvo nublado y las primeras horas de nuestra caminata a la Cascada del Purgatorio vinieron bañadas por el chipichipi incesante. Luego, antes de llegar al destino, cesó la lluvia. Los últimos tramos de la marcha no fueron fáciles, especialmente para las más pequeñas, ya que las rocas mojadas eran como toboganes pulidos. Tuvimos alguna que otra caída, pero nada serio. Aprovechamos que el chiringuito de Las Presillas había cerrado por la lluvia para comer en las mesas. ¡Qué bien nos vinieron nuestras capas de agua para usarlas de asiento! Después de comer, y gracias a la acogida incondicional de los monjes benedictinos del Monasterio de Santa María del Paular, pudimos celebrar misa a cubierto. A las cuatro y media, estábamos regresando a Leganés. Una excursión que se pasó volando y con mucho entusiasmo, a pesar del tiempo lluvioso que limitó nuestra convivencia.
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